Amor, huyamos del museo de torturas que es la calle.
Espantemos la tristeza de los feos,
hagamos trizas la arrogancia del inepto,
la altanería de las guapas.
Ahuyentemos la inseguridad del victimado,
la ingenuidad de los novatos,
la imposición de los tiranos.
Escapemos de la falsa sonrisa de las viudas tristes,
de los elogios por compromiso,
de los amores suicidas.
Extingamos la haraganería de los artistas,
el eterno deambular de la gente en domingo,
la decepción del abandonado.
Volemos lejos de las caravanas sin rostro,
de la desconfianza del extranjero domesticado.
Evaporemos a las princesas de vestido corto y ego largo,
el pecho hinchado de los machos ignorados.
Expulsemos el sol del rostro,
los pies de la lluvia,
el enojo rojo del semáforo en verde.
Amor llévame contigo, ahí donde la ira no engorda.
Elvira Ávila